“Esto fue para que se cumpliera lo que había dicho el profeta: "Hablaré por medio de parábolas; diré cosas que han estado en secreto desde que Dios hizo el mundo." (Mat.13:35) “Yo le contesté: "¡Ay, Señor, la gente anda diciendo que yo solo digo cosas que nadie entiende!" (Ezq. 20:49) “Y él me contestó: 'Sigue tu camino, Daniel, pues estas cosas deben ser mantenidas en secreto hasta que llegue el momento final. Muchos pasarán por los sufrimientos anunciados, y saldrán de ellos purificados y perfeccionados. Los malvados seguirán cometiendo maldades, sin entender lo que pasa, pero los hombres sabios lo comprenderán todo.” (Dan 12:9 -10)
Los grandes profetas y varones de Dios se enfrentaron con el dilema que supone para un ser inteligente y racional, como lo es el hombre, la existencia de un Dios increado, eterno, sin principio u origen. El salmista en uno de sus encuentros con la Divinidad, no pudo más que decir: “un manto de oscuridad rodea al Altísimo”, (Salmo 18: 11) no porque pensase que Dios está cubierto de oscuridad, pues, en otro lugar dice, estar rodeado por un manto de luz. (Salmo 104: 2) y Dios mismo es luz inefable. El salmista, al menos eso creo comprender, descubrió que el Dios de Israel no tiene origen o principio, que es un Ser increado, imposible de conocer, que tampoco puede verse tal cual es, ya sea, como escribía el gran maestro alejandrino: “por la impureza a la que está sometida el hombre o por su falta de capacidad para comprender a Dios.” Porque ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en su santo templo? (Sal. 24:3) Por esta impureza a la que está sometido el hombre y por la falta de inspiración del Espíritu, fue que se dijo: solo Moisés subirá a la presencia de Dios, (Ex. 24: 2) y de aquí se deduce, que Dios enseño a Israel que su presencia se limitaba a quienes por el Espíritu Divino habían alcanzado por su gracia la comprensión de su naturaleza.
Nada de todo esto les fue extraño a los apóstoles, así cuando Jesús estaba rodeado de muchas gentes, los llamaba aparte para mostrarles las cosas ocultas del Padre que el resto no podía recibir. De entre los apóstoles, no todos estaban capacitados para ver al Jesús transfigurado, solo a tres de ellos se le permitió ver la magnificencia del Logos hablando con este mismo Moisés y con Elías. (Mat. 17: 1-3) Y he aquí un misterio, pues, si a Dios nadie le ha visto jamás ¿a quién veía Moisés cuando se dijo, que solo él subiría a su presencia? No será esta misma presencia de Dios la que apareció ciento de años después, cuando ante los apóstoles se transfiguro y hablaba con Moisés y Elías. No solo a estos tres apóstoles le sucedieron cosas maravillosas de parte del Señor, pues a todos dio conocimiento y luz y aunque, en esta ocasión a no todos llevo consigo, si estaba presente cuando Nataniel meditaba debajo de aquella higuera y el Maestro se lo hizo saber. El mismo apóstol Pedro, a quien le fue revelado por gracia del Padre la naturaleza del Hijo, dijo de los escritos de Pablo ser difíciles de comprender y que es necesario recibir el soplo de la inspiración del Espíritu, pues solo Él conoce las profundidades del Padre y del Hijo. Todo esto nos enseña que Dios da a cada uno según la capacidad para recibirlo, no porque el ponga medida a sus dones, más bien, a unos les da de beber leche porque aún no han crecido lo suficiente y a otros alimento sólido, con el cual, se van haciendo más semejantes a aquel que murió en la Cruz. Así como los ángeles están siempre mirando hacia el Padre, así nosotros debemos estar siempre mirando la Cruz, no como aquellos que en su locura pedían una prueba de que era Hijo de Dios, ¡si bájate de la Cruz decían y te creeremos! les parecía suficiente el milagro de escapar de la cruz y no el de resucitar de entre los muertos y aparecer como Dios y Señor de todas las potencias habidas y por haber.
Cuando seguimos el camino señalado por el Verbo de Dios, creemos haber resuelto nuestro problema de conocer la revelación del Padre, lo que El sabiamente ha destinado que sepamos para nuestro recogimiento de su Divinidad y edificación de nuestras mentes espirituales, pero, nada más extraño que esto. Dios quiere que sus hijos se interesen por llegar hasta El en un amor y conocimiento perfecto de su naturaleza y revelación y nos ha concedido en su Hijo el camino, la verdad y la vida. Juan 14: 6. Jesús es camino al Padre porque el vino de Él. Jesús es verdad porque es sabiduría de Dios y es vida porque en El estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Toda verdad se encuentra en el Logos, no hay un verdadero conocimiento del Padre y de su inefable plan fuera del Logos, pues, en El dice el apóstol se encierran todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento. (Col 2: 3) Sin embargo, aprendamos como dice el apóstol a no ir más allá de lo que está escrito 1. Cor. 4: 6, pues, algunos buscando novedades se perdieron en el infinito laberinto de la sabiduría divina. Cuando un pecador arrepentido recibe el bautismo del Espíritu Santo y la Palabra mora en su alma, tarde o temprano, comprenderá que solo el amor de Jesús puede ofrecer al pecador un verdadero conocimiento del Padre. Aquel que ha sido concebido y nacido en nuevo ser, va renovándose conforme a la imagen y semejanza del Padre en un conocimiento perfecto. Solo entonces, el alma comienza a buscar la comprensión de Dios, transformada, aspira a ser perfecta como su Padre, cautiva, sale de sí misma en busca de la morada eterna, contrariada, acepta que no puede alcanzar a comprender el sin fin de hermosura que emana del divino ser. Vaga errante el alma, rozando la superficie de los abismos, atada a la esperanza de aquello que no se ve. (2.Cor. 4: 18) Ya escribía la santa, que cuando sale el anima a buscar al Ser inaccesible puede llegar a exclamar: “A quien no tiene ser juntáis con el Ser que no se acaba; sin acabar acabáis, sin tener que amar amáis, engrandecéis vuestra nada.” Y si algunos tuviéramos que explicar cómo llego a obtener tan grande comprensión de la Divinidad diríamos porque miraba a alguien mayor que ella.
ESCUELA TEOLÓGICA DE PROCLO
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